viernes, 24 de mayo de 2013

Sección de noticias: ¿Qué nos hace felices?



¿Qué nos hace felices? ¿familia? ¿dinero? ¿amor? ¿Qué tal un péptido? Los cambios neuroquímicos que subyacen detrás de las emociones humanas y el comportamiento social los grandes desconocidos; ahora sin embargo, y por primera vez en humanos, científicos de la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA) han analizado la liberación de un péptido específico, un neurotransmisor llamado hipocretina, que aumenta considerablemente cuando los sujetos son felices pero que disminuye cuando están tristes.

El hallazgo sugiere que un aumento de la hipocretina podría elevar el estado de ánimo y el estado de alerta del ser humano, y puede sentar las bases para futuros tratamientos de trastornos psiquiátricos, como la depresión, al tener como diana anomalías evaluables en la química del cerebro.

Además, el estudio, que se publica en Nature Communications, ha valorado por primera vez la liberación de otro péptido, la hormona concentradora de melanina o MCH. Los investigadores encontraron que su liberación es mínima en los estados de vigilia, pero aumenta considerablemente durante el sueño, lo que sugiere un papel clave para de dicho péptido en el sueño.

«Los resultados sirven, por ejemplo, para explicar los estados de somnolencia en la narcolepsia», señala el autor principal del trabajo, Jerme Siegel. En 2000, el equipo de Siegel publicó los resultados que demostraban que aquellas personas que sufren de narcolepsia, un trastorno neurológico caracterizado por períodos incontrolables de sueño profundo, tenían un 95 por ciento menos de hipocretina en sus células nerviosas del cerebro que las que no sufren la enfermedad. El estudio fue el primero en demostrar una posible causa biológica de esta enfermedad.

Depresión
Debido que la depresión está relacionada con la narcolepsia, el laboratorio de Siegel comenzó a explorar hipocretina y su posible relación con la depresión. Siegel señala, además, que el uso de antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), no se ha basado en la evidencia de una deficiencia o exceso de algún neurotransmisor. De hecho, algunos estudios recientes han cuestionado si los ISRS, así como otros antidepresivos, son más efectivos que los placebos.

En este estudio los investigadores han obtenido datos de la hipocretina y MCH directamente de los cerebros de ocho pacientes que estaban siendo tratados de una epilepsia intratable con electrodos para la estimulación intracraneal. Los investigadores, con el consentimiento de los pacientes, usaron esos mismos electrodos para medir la liberación de hipocretina y MCH.

Durante el trabajo, los pacientes fueron grabados mientras comían, veían la televisión, participaban en actos sociales, como hablar con los médicos, personal de enfermería o la familia, o durante las transiciones sueño-vigilia. Los sujetos evaluaron su estado de ánimo en un cuestionario.

Hipocretina
Los resultados mostraron que los niveles de hipocretina no estaban vinculados con la excitación en general, pero que se maximiza durante las emociones positivas, la ira, las interacciones sociales y el despertar. En contraste, los niveles de MCH eran más elevados durante el inicio del sueño y mínimos durante las interacciones sociales. «Estos resultados sugieren una especificidad emocional previamente no apreciada en la activación de la excitación y el sueño en los seres humanos; además, sugieren que las anomalías en el patrón de activación de estos sistemas puede contribuir a una serie de trastornos psiquiátricos».

Algunas compañías farmacéuticas ya está desarrollando antagonistas de hipocretina para su uso como pastillas para dormir. Ahora, este trabajo sugiere que estos fármacos alteran tanto el estado de ánimo como inducen el sueño. «Estos resultados sugieren que la administración de hipocretina eleva el estado de ánimo y el estado de alerta en los humanos», concluye Siegel.
FUENTE: ABC


miércoles, 22 de mayo de 2013

Aclarando conceptos: ¿Es lo mismo un síndrome que una enfermedad o trastorno?



Un síndrome es un conjunto de síntomas y signos que configuran una categoría clínica o cuadro clínico.   Es un cuadro clínico o conjunto sintomático que presenta alguna enfermedad con cierto significado y que por sus características posee cierta identidad: es decir, un grupo significativo de síntomas y signos que concurren en tiempo y forma, y con variadas causas.

Para comprenderlo mejor diremos que entendemos por signo, cambios en el comportamiento de una persona objetivamente observables y registrables. Y un síntoma es la información subjetiva ofrecida por el paciente acerca de su enfermedad (lo que él nota). Son fenómenos no siempre observables, como el dolor, las alucinaciones, pérdida de apetito, etc. 

Mientras que una enfermedad es un proceso que altera el curso de la salud de un organismo perjudicándola. El estado o el proceso de enfermedad puede ser provocado por diversos factores tanto internos como externos al organismo. 

Digamos que el síndrome sería el conjunto sintomático, y si este conjunto de síntomas y signos nos llevan a la pérdida de la salud perjudicando a nuestro organismo entonces hablamos de enfermedad. Por tanto el síndrome es el conjunto de síntomas que caracteriza una enfermedad. El síndrome nos puede llevar a la enfermedad pero no es la enfermedad. 

Y por otro lado, con el término trastorno hacemos referencia a ciertas enfermedades, a trastornos mentales o enfermedades mentales, o a trastornos psicológicos. El término trastorno y el de enfermedad si se utilizan en muchas ocasiones de forma indistinta, como similares.

En conclusión, podemos decir que no es lo mismo síndrome que enfermedad pero si trastorno y enfermedad.

martes, 14 de mayo de 2013

Sección de noticias: El incómodo fruto de la ansiedad



El miedo es una emoción. Tenga una causa racional o no, la sensación de miedo es, fundamentalmente, una respuesta incontrolada que se nutre de una ansiedad, focalizada o no. Puede sentirse miedo sin ser consciente de cual es la causa que lo produce, a la vez que existen miedos que tienen una causalidad bien definida.
Miedo al miedo
La vivencia de un temor desmesurado es extremadamente agresora. Las sensaciones percibidas son tan extremadamente ingratas que resultan muy difíciles de olvidar, incluso se llegan a revivir aún en contra de la propia voluntad. Quien se instala en la sensación de sentir un temor desmesurado al propio temor vive atrapado por el mismo y, en la mayoría de los casos, llega a ser necesaria una asistencia terapéutica.
Existen personas más propensas a sentirlo. Son aquellas que tienen la necesidad de tener controlado su entorno o todo lo que depende de ellos, aquellas que son extremadamente auto-exigentes o hiperresponsables. Son rasgos de la personalidad que tienden a tener necesidad de seguridad, una seguridad radical, sin resquicios, valga la redundancia, una seguridad segura.
El miedo al miedo bloquea, lo que puede llegar a ocasionar importantes trastornos por el nivel de ansiedad que producen. La característica que permite valorarlos como trastorno se sitúa en la incapacidad para aceptar cualquier tipo de razonamiento externo o, en caso de hacerlo, comprenderlo y admitirlo. «Sé que tienes razón, que mis temores son infundados, que no puedo pretender asegurarme de todo lo que necesito asegurarme. Tienes razón, pero ello no me quita el temor, no puedo dejar de tener miedo a que suceda lo que, comprendo, no tiene por qué suceder». Como vemos aquí la sensación de miedo incontrolable está por encima de la razón.
El miedo a algo concreto
Una persona acaba de sufrir un accidente, siente su cuerpo magullado y dolores difusos en su cuerpo, teme por la integridad de su organismo, no sabe si es grave, ignora si se ha roto algún hueso. En casos así la persona mantiene el miedo hasta que llega al hospital, observa la cara de los médicos que le exploran tratando de adivinar si les ve preocupados, y solo se tranquilizará cuando le comuniquen el diagnostico. Vivimos ahora en una situación de crisis económica.
Proliferan los opinadores que efectúan sus diagnósticos, a menudo contradictorios, y eso crea un caldo de cultivo que alimenta los miedos. Porque el temor al futuro no consiguen eliminarlo, al contrario, sus contradicciones y a menudo su alejamiento de la realidad que observamos a nuestro alrededor incrementan nuestra sensación de miedo.
Miedos universales
La mayoría de personas, en mayor o menor intensidad, y explicitándolo más o menos tenemos miedos. La enfermedad y su consecuencia posible, la muerte, están en la raíz del instinto de conservación de todos los humanos. Se trata de un miedo protector, cuando no alcanza niveles obsesivos. Protegemos nuestra salud y tomamos medidas de prudencia gracias al mismo.
El miedo a la pobreza
La situación económica actual ha agudizado, con razón, este temor que existe aún en tiempos de bonanza. Se trata del miedo a perder lo que se tiene, que puede extenderse al temor a perder a seres queridos y hasta posesiones.
En el fondo de todas las sensaciones de miedo existe una raíz común: el miedo a lo imprevisto, a lo desconocido, a no podernos adaptar a una situación nueva. La capacidad para hacerlo, la educación que nos ayude en esos procesos de adaptación a las nuevas realidades, es la mejor manera de convivir con el miedo y de intentar superarlo.

FUENTE: ELCORREO.COM

miércoles, 8 de mayo de 2013

Curiosidades psicológicas: Psicólogos adoptan personajes literarios para llamar a trastornos




 La literatura no sólo inspira a lectores y escritores, sino también a científicos, médicos y psicólogos que deciden apropiarse de los nombres de los personajes para dar nombre a trastornos humanos que coinciden con sus características y peculiaridades. Así, no sólo los complejos de Edipo y Electra sirven para nombrar dos personajes clásicos, sino también para llamar a aquellos padecimientos dignos de grandes historias literarias.

Las historias muchas veces han traspasado el papel y han sido llevadas al cine y a la televisión, en donde se han popularizado. Incluso, compañías como Disney, han puesto a grandes autores a la vista de los niños con películas infantiles, en las que detrás de una historia de dibujos animados, se encuentra algo mucho más complejo con un trasfondo psicológico. A estos síndromes, se les ha llamado literarios, debido a su procedencia.

1. El síndrome de la Bella Durmiente o de Kleine-Levin

En Pennsylvania, Estados Unidos, una joven de 17 años logró dormir 64 días seguidos. El extraño caso fue publicado por el Daily Mail, quien publicó que Nicole Delien poseía una extraña enfermedad llamada Kleine-Levin o de la Bella durmiente, que consiste en individuos pueden pasar semanas o incluso años sin despertar.

El padecimiento se puede experimentar ningún síntoma, aunque éstos pueden aparecer sin ningún tipo de señal previa. Además de dormir en exceso, la enfermedad se muestra mediante episodios de desorientación, alucinaciones, comportamiento infantil, atracones de comida y periodos de hipersexualidad cuando permanecen despiertos. Según el Instituto Nacional de trastornos neurológicos de Estados Unidos, estos síntomas pueden estar relacionados con las partes del cerebro que controlan el apetito y el sueño, aunque las causas que provocan estas alteraciones son de momento desconocidas.

El acercamiento literario de esta enfermedad lo tiene en el libro de Charles Perrault, Cuentos de Mamá Ganso:La bella durmiente del bosque, publicado en 1697. Además del libro de los hermanos Grimm, La espina de la rosa.

El síndrome afecta cerca de mil personas en todo el mundo, en su mayor parte adolescentes.

2.Síndrome de Dorian Grey

Este complejo se caracteriza por la preocupación excesiva de los individuos por su apariencia personal. Tal como el personaje de Oscar Wilde que no quería envejecer, a las personas que tienen este padecimiento les da miedo tener una imagen distorsionada, llamada también dismorfofobia, de sí mismos.

En esta categoría entran pacientes que tienen dificultad para aceptar su envejecimiento, así como aceptara las demandas del crecimiento y la madurez emocional, por lo que en muchos casos, las personas que creen sufrir esta enfermedad se inclinan hacia el uso excesivo de cosméticos y, a veces, de procedimientos quirúrgicos para conservar su apariencia juvenil.

3. Síndrome Pickwick

En 1837, Charles Dickens publicó “Papeles póstumos del Club Pickwick”, en el texto describía a un muchacho gordo, llamado Burwell, que siempre se quedaba dormido en los momentos más inoportunos. Un siglo después, este personaje fue elegido para nombrar el padecimiento de jóvenes obesos que sufren hipoventilación.

Como un homenaje al personaje de Dickens, ahora la asociación de obesidad, somnolencia, eritrocitemia y apetito excesivo se le conoce como Síndrome Pickwick.

4. Síndrome de Madame Bovary

También conocido como bovarismo, se define como un estado de insatisfacción crónica de una persona, en planos afectivos y sociales, producido por el contraste entre sus ilusiones -marcadas por cierta imaginación y romanticismo- y la realidad, que suele frustrar las ambiciones vanas y desmesuradas. El término fue utilizado por primera vez por el filósofo francés Jules de Gaultier y alude a la novela Madame Bovary de Gustave Flaubert, en concreto a la figura de su protagonista, Emma Bovary.

5. Síndrome de Stendhal

“Había alcanzado este punto de emoción en que se encuentran las sensaciones celestes inspiradas por las bellas artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de la Santa Croce, me latía con fuerza el corazón; sentía aquello que en Berlín denominan nervios; la vida se había agotado en mí, andaba con miedo a caerme”, fue la frase del escritor francés Henri Beyle que dio origen a este transtorno.

De acuerdo con los psicólogos, el sindrome de Stendhal, también conocido con estrés del viajero, se trata de un colapso físico provocado por la observación de obras de gran belleza artística.

Tras una visita a Florencia, Italia, Beyle quedó impactado por las ciudades que visitó. El cuadro clínico que se caracteriza por un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión , temblor, palpitaciones, depresiones e incluso alucinaciones cuando se está expuesto a obras de arte fue establecido hasta finales del siglo XVIII por la italiana Graziella Magherini, quien escribió el libro “El síndrome de Stendhal”, pseudónimo del escritor.

6. Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas

Los científicos sospechan que el escritor Charles Lutwidge Dodgson, conocido bajo el pseudónimo de Lewis Carroll y afectado por migrañas, pudo sufrir este trastorno, de forma que las raras experiencias de la joven Alicia que protagonizaba sus historias fueran bien conocidas por su creador. Los pacientes que sufren este trastorno perciben alteraciones en la forma, tamaño y situación espacial de los objetos, así como distorsión de la imagen corporal -que les hacen sentirse más grandes o más pequeños- y del transcurso del tiempo. También se han asociado otras ilusiones visuales como palinopsia (imágenes múltiples), acromatopsia (no percepción del color) y prosopagnosia (incapacidad de reconocer caras).

7. Síndrome de Huckleberry Finn

Bautizado como el personaje de la obra de Mark Twain “Las Aventuras de Hucckleberry Finn”, este síndrome psicológico se caracteriza por la tendencia a eludir responsabilidades como niño, y a cambiar con frecuencia de trabajo al llegar a la vida adulta. Los expertos aseguran que es un mecanismo de defensa ligado al rechazo parenta, una baja autoestima y síntomas de depresión en un sujeto inteligente.

8. Síndrome de Peter Pan

El psicólogo norteamericano Dan Kiley denominó como Síndrome de Peter Pan al conjunto de rasgos que tiene aquella persona que no sabe o no puede renunciar a ser hijo para empezar a ser padre. El hombre-niño que se resiste a crecer es incapaz de cuidar y proteger a nadie así como de intercambiar papeles igualitariamente en el contexto de una pareja.

El padecimiento exhibe un desfase patológico entre su edad cronológica y su madurez afectiva, tal como el personaje de la obra de J.M. Barrie, que fue llevada al cine por Disney.

9. Síndrome de Otelo


También conocido como delirio celotípico o celos patológicos, se trata de un trastorno delirante caracterizado por una preocupación excesiva e irracional sobre la infidelidad de la pareja. El paciente, normalmente un hombre, está absolutamente convencido de que su pareja le es infiel sin que exista motivo real que lo justifique. Se trata de una auténtica encarnación de la actitud y pensamientos de Otelo hacia Desdémona en la célebre obra de William Shakespeare.

10. Síndrome de Pollyanna

Denominado así en referencia a la protagonista de una novela juvenil escrita por la norteamericana Eleanor H. Porter y publicada en el año 1913, hace referencia a la excesiva idealización de las situaciones y experiencias, así como al exceso de amabilidad y a la tendencia a ver solo el lado bueno de las cosas. En otras palabras, se podría describir como un optimismo enfermizo y no ligado a los acontecimientos de la realidad.

FUENTE: ELINFORMADOR.COM.DX
http://www.informador.com.mx/tecnologia/2013/450960/6/psicologos-adoptan-personajes-literarios-para-llamar-a-transtornos.htm

lunes, 6 de mayo de 2013

Sección de noticias: La lectura estimula la actividad cerebral




La lectura estimula la actividad cerebral, fortalece las conexiones neuronales y aumenta la reserva cognitiva del cerebro, un factor que se ha demostrado ser protector ante enfermedades neurodegenerativas, recuerdan desde la Sociedad Española de Neurología (SEN), con motivo del Día Internacional del Libro, que se celebra este martes.
   "Nuestro cerebro, para que goce de una buena salud, necesita que lo mantengamos activo, que lo ejercitemos. Sin embargo, y a pesar de que es uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo, no siempre dedicamos el tiempo suficiente a cuidarlo", señala el doctor Guillermo García Ribas, Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN.
   En este sentido, añade, "fomentar la lectura es una de las actividades más beneficiosas para la salud, puesto que se ha demostrado que estimula la actividad cerebral y fortalece las conexiones neuronales", además, en los últimos años, han sido muchos los estudios que han relacionado el nivel de lectura y escritura con un aumento de la reserva cognitiva.
   "Desde el punto de vista de la Neurología, el concepto de reserva cognitiva ha cobrado una gran importancia, no solo porque se ha visto que existe una relación directa entre la misma y el buen funcionamiento cognitivo y ejecutivo de nuestro cerebro cuando envejecemos, sino porque se ha demostrado que es un factor protector ante los síntomas clínicos de las enfermedades neurodegenerativas", mantiene García Ribas.
   "Se ha comprobado que cuanto mayor reserva cognitiva posee un individuo, mayor capacidad tiene su cerebro para compensar el daño cerebral generado por ciertas patologías", advierte. Asimismo, las demencias, dentro de las enfermedades neurológicas, son las que más se han ligado al concepto de reserva cognitiva.
   Caracterizadas por un deterioro persistente y progresivo de las funciones cerebrales superiores: memoria, lenguaje, orientación, cálculo o percepción espacial, etc, la forma de demencia más prevalente es la enfermedad de Alzheimer, que supone entre el 60% y el 80% de los casos de demencia, aunque existen numerosas patologías que también la producen, como por ejemplo, las enfermedades cerebrovasculares.
   García-Ribas alerta de que debido al envejecimiento progresivo de la población, en los próximos años, el número de afectados por estas enfermedades crecerá exponencialmente. "Llevar a cabo actividades preventivas, como por ejemplo fomentar la lectura, puesto que se ha comprobado que leer retarda y previene la pérdida de la memoria, permitiría retasar la aparición de estas enfermedades y, por lo tanto, reducir el número de casos", asegura.

MÁS RAPIDEZ DE RESPUESTA

   Diversos estudios demuestran que un cerebro activo no sólo realiza mejor sus funciones, sino que incrementa la rapidez de la respuesta, ya que mientras se lee,  se obliga al cerebro a pensar, a ordenar ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar, lo que permite mejorar la capacidad intelectual estimulando nuestras neuronas.
   "La lectura también genera temas de conversación, lo que facilita la interacción y las relaciones sociales, otro aspecto clave para mantener nuestro cerebro ejercitado", destacan desde la SEN, que recuerda que fomentar la lectura también tiene otras ventajas para nuestra salud, como reducir el nivel de estrés o , antes de acostarse, desarrollar buenas rutinas de higiene de sueño.
   Aunque la lectura es buena a cualquier edad, niños y personas mayores son los dos grupos poblacionales en los que, destacan, se debe insistir más en el fomento de la lectura. En los niños, porque es el mejor momento para inculcarles este hábito y, además, su cerebro y sus funcionalidades están todavía desarrollándose; y en los mayores, para que puedan seguir manteniendo su cerebro activo a pesar de que su actividad sea más reducida, la lectura diaria es un estímulo más para su cerebro.
  "Algo que se detecta es que hay muchas personas que, aunque tienen el hábito de la lectura, al hacerse mayores dejan de hacerlo, principalmente por perder capacidad visual, lo que les dificulta mucho realizar estas actividades. En esos casos, animamos a estas personas a participar en grupos de lectura o a utilizar otro tipo de soportes", concluye.

FUENTE: EUROPAPRESS

http://www.europapress.es/salud/salud-bienestar/noticia-lectura-estimula-actividad-cerebral-protege-enfermedades-neurodegenerativas-20130422111911.html